Lo sabes: al ser escritor, estás expuesto a un tipo de problemas que el resto del mundo no entiende. Y con esto no me refiero a cosas del tipo cómo publicar un libro, el marketing que tendrás que hacer para vender o incluso poder vivir de ello. Estas son cuestiones muy serias que todos los escritores que pretendemos vivir de lo que escribimos hemos de plantearnos antes o después. Pero yo hoy quiero hablarte de otro tipo de problemas. Problemas por lo que las personas que no escriben pensarán que estás loco.
Porque tú, como escritor, vivirás en tu propio mundo.
¿Y quién no vive en su propio mundo?, me dirás. Y yo te contestaré que, como ya deberías de haberte dado cuenta, el mundo de un escritor es mucho más amplio. Por norma general el mayor problema es que ni siquiera tenemos un único mundo. No. Tenemos decenas, cientos de ellos. Y cada uno le pertenece a una historia diferente.
Y ahora: ¿cómo es eso de vivir dentro de tu propio mundo como escritor?
Cuando tus personajes se convierten en personas reales
Algunos médicos te dirían que estás tan loco como una cabra cuando te das cuenta de que tus personajes son personas casi reales: hablas con ellos, les preguntas sobre sus gustos, bromeas con ellos o hablas de ellos a terceros como si fueran tus amigos. El supuesto médico se horrorizaría cuando, además, le digas que ellos te contestan.
¿Perdone, señor? ¿Qué escucha usted voces?
Pero es que es así. Escribir es vivir la vida de miles de personas, dado que no solo vives las vidas de tus protagonistas, sino también la de los personajes secundarios e incluso la de los que aparecen de pura casualidad. ¿No has planeado nunca una historia al milímetro para que, al final, no muestren ni una tercera parte del mundo al narrar la historia? Porque a mí me ocurre todas las veces. Cada vez que me adentro en una nueva historia, sea fantasía, romántica, terror o cualquier otro género, planeo tan al detalle los mundos y las historias que, si la escribiera para utilizar todo ello, sería una historia sin fin.
Y no estoy diciendo que eso sea malo, al contrario. Planear es imprescindible para evitar bloqueos que te obliguen a abandonar la novela a medio escribir por falta de ideas o de motivación. Planearse es lo primero que has de hacer antes de sentarte a escribir una novela completa. Habrá gente que me contradiga. Los habrá que pueden escribir novelas completas sin planear siquiera el nombre de los personajes. ¡Me alegro muchísimo por ellos! Cómo desearía yo poder escribir así, pues. Pero la realidad de lo que te digo es que muy pocos son capaces de escribir de esa manera. Además, como experiencia personal me gustaría añadir, como prueba, los más de veinte manuscritos que nunca terminé cuando, al empezar con esto de escribir, no planeaba lo que quería contar.
Pero estoy perdiendo el hilo. Yo, aquí, te estaba hablando de personajes y la problemática de que se conviertan en personas reales. Bueno, problemática a medias. En realidad, ninguna. Que tus personajes te hablen, digan lo que digan los médicos, es un síntoma de que has conectado con ellos a la perfección y, por consiguiente, con tu historia. Independientemente de si te caen bien o no (porque, digámoslo alto y claro, las verdades a la cara: en nuestra trayectoria escribiremos sobre personas que nos caigan como el culo y aun así debemos de hacerlos parecer reales). Y, por supuesto, conectar con tus propios personajes significa conectar con tu historia en sí.
Conectar a la perfección con tu historia
Ya te lo he dicho antes: conectar con tus personajes significa conectar con tu historia. Puede que no sea así el 100% de los casos, pero sí puedo asegurarte que en el 90% es así. Si estás escribiendo una novela y no puedes dejar de pensar en ella mientras te duchas, preparas la comida o vas de camino al curro; si te llegan ideas que podrías utilizar para la historia sin haber tenido que estar estrujando el cerebro durante horas y si siempre piensas en tus personajes como personas reales, entonces… ¡enhorabuena! Has conectado con tu historia y ese es el mejor sentimiento del mundo, te lo aseguro.
No te asustes si de repente eres incapaz de pensar en otra cosa que no sea cómo hacer sufrir a tus personajes. Es del todo normal. Porque, como escritores, en algún momento le cogemos el gusto a hacerlos sufrir de forma interminable, incluso aunque sean nuestros bebés. A partir de ese momento somos incapaces de dejar de maquinar qué hacer con ellos y por qué derroteros llevarlos.
Cuando conectas con tu historia, se te abren un millón de puertas. Las ideas fluyen sin control y es por eso que, lo mejor que puedes hacer en este caso es llevar siempre contigo un cuaderno donde anotarlas todas. No tiene que estar todo ordenado y limpio, basta con que anotes todo lo que se te ocurra para poder consultarlo más adelante, cuando estés falto de ideas. Además, mi consejo más personal es que lo hagas en una libreta (yo te recomendaría una del tipo Moleskine ya que son súper livianas, bonitas y funcionales y las puedes adquirir en diferentes tamaños) y bajo ningún concepto utilices hojas sueltas. Ya las pasaré a una libreta cuando tenga tiempo, te dirás. Pero no lo harás nunca, créeme. Así que utiliza una libreta desde el principio antes de que tengas que realizar una lista de posibles nombres para tu saga de fantasía tres veces (verídico) porque has ido perdiendo las hojas donde hiciste las anteriores listas.
Para terminar, mi consejo número uno es: disfruta mientras vivas en el interior de tu historia porque, por desgracia, no siempre ocurre. Ese ensimismamiento y profundidad, cuando te encuentras en el centro mismo de tu propia historia, no se da siempre y es un gustazo poder disfrutar de ello. Así que ponte cómodo y recibe de buen talante todas las nuevas ideas. Empápate del sentimiento de euforia al sentirte rodeado de su propia creación e intenta escribir lo máximo posible. Disfruta hasta el último momento ya que nadie puede garantizarte que, en la próxima historia que tengas entre manos, podrás sumergirte de la misma manera en ella.
Abandonar tu mundo
Es un tostón, lo sé. Has trabajado tanto tiempo en él, le has dado tantas vueltas y has creado tantos personajes. Has llorado, sufrido y te has alegrado con todos ellos. Se te ha puesto la piel de gallina al escribir y, dependiendo de cómo seas, habrás sentido un vacío infinito o un éxtasis sin igual al escribir la última palabra.
A veces es un poco difícil abandonar nuestros mundos y seguir adelante. Al menos en mi caso, sigo quedándome en ellos durante algún tiempo: pienso en mis personajes y en lo que he escrito sin pausa. Pero, en algún momento, debemos pasar página y concederle nuestro tiempo a un nuevo proyecto. Es normal. En mi caso a veces se siente como si acabase de romper una relación amorosa. Es doloroso y el primer tiempo tras el punto y final, invento mil excusas para regresar a la historia. Pero, lo mejor que puedes hacer en caso de que seas igual que yo, es obligarte a poner un poco de espacio. Dale tiempo a la obra para que madure y, cuando creas que te sientes preparado, regresa a tu mundo para corregir el manuscrito. Hay mucha gente que no le da la importancia que tiene, pero como escritora y diseñadora puedo decirte, que es incluso necesario darle un tiempo a lo escrito una vez terminado. Serás capaz de ver mejor los errores y los fallos en la trama y podrás ser mucho más crítico con tu propio trabajo.
Y, sobre todo, intenta disfrutar de cada momento que has pasado en cada uno de tus mundos. Al fin y al cabo, uno de los placeres de ser escritor es poder vivir las vidas de cada uno de tus personajes.
Si ya has terminado de escribir tu manuscrito y has ido tachando tareas de la lista hasta tenerlo pulido para autopublicarlo, te recomiendo leer este artículo donde te hablo de 4 libros que leí antes y después de autopublicar y cómo me ayudaron.
2 respuestas
Yo no soy escritora. Al menos no de las que escriben y publican novelas, pero si que escribo notas, pensamientos, sentimientos…. soy lectora empedernida y admiro muchísimo a quienes tienen la capacidad de hilvanar historias llenas de contenido, sentimientos y mucho mas. Si como lectora me adentro en tantos mundos y soy partícipe de las vivencias de tantos otros y me cuesta despedirme de las historias que me gustan, me imagino lo que será para quien las escribr. Es como parir a un hijo y después de ello se hace imposible dejarlo de lado.
Gracias por tus contenidos. Son realmente interesantes.
Al final, las historias siempre viven en nosotras después de escribirlas. Las terminamos de escribir, pero yo creo que el mundo no deja de existir en nuestras mentes. Al menos en mi caso es así 🙂