Si eres de los míos, podrás pasarte horas y horas combinando colores e intentando sacar lo mejor para utilizar en tus RRSS o similar. Porque te reconozco que crear paletas de colores para los proyectos de los escritores que trabajan conmigo es algo que me encanta. Sin embargo, saber cómo crear una paleta de colores no hay que darlo por seguro.
Hoy vamos a ver no solo cómo crearla, sino también de dónde puedes sacar inspiración y qué debería de tener la tuya.
Una paleta de colores es una parte de esa identidad visual que, si has estado un tiempo rondando por aquí, siempre te recomiendo que tengas. Una identidad visual es lo que le da fuerza y coherencia a tu marca (y recuerda que la marca eres tú) y te hace reconocible da igual dónde pueda localizarte tu lector potencial.
Por eso, siempre que hablo de este tema, me refiero a la identidad visual completa (colores, tipografías y logotipo) y no únicamente al diseño de tus publicaciones en redes sociales, por ejemplo.
La paleta de colores no ha de definir solo lo que escribes, sino quién eres tú. Según qué colores elijas (en combinación con la tipografía) te estarás presentando de una forma o de otra.
La psicología del color es un tema sumamente apasionante en el que no me voy a meter hoy en detalle porque no es a lo que hemos venido. Pero si tienes interés puedes buscar sobre el tema en Google y seguir aprendiendo.
Lo importante aquí es que si quieres trabajar tu identidad a base de bien, necesitas una paleta de colores bien definida y que te represente tanto a ti como a todo lo que englobas tú (tu visión y tus motivaciones, tu forma de comunicarte, etc.).
Cuando te hablo de la paleta de colores no me refiero a que te sientes y elijas entre dos y diez colores al azar antes de ponerte a diseñar otras cosas que son lo que realmente te interesa. No. Me refiero a que te sientes con cabeza y con tiempo a elegir posibles combinaciones que funcionen en tu caso concreto.
Lo primero de todo es conocer la regla de oro para esta tarea: tu paleta debería de estar entre 3 y máximo 5 colores. No necesitas más.
Te parecen pocos, ¿a qué sí?
Pues sigue leyendo, porque ya verás que no necesitas ni uno más.
Muy importante: no elijas colores que te gusten ahora si es un gusto pasajero. Los colores de tu identidad han de ser esos que te han definido toda la vida.
Es decir: si hoy te gusta mucho más vestirte de negro, piensa si eso es algo que de verdad ha estado contigo toda la vida o es una moda que has cogido en los últimos meses o años. Los colores de tu identidad han de ser esos con los que se te ha relacionado toda la vida, independientemente de que te gusten hoy más o menos.
Por supuesto, los colores elegidos también han de ser unos con los que te sientas (muy) a gusto porque vas a trabajar muchas cosas con ellos.
Pero te pongo un ejemplo para que puedas ver mejor a lo que me refiero.
A mí siempre me han gustado mucho el negro y el rojo. Me encanta vestir de negro (es mi color favorito, en realidad) y al rojo vuelvo una y otra vez en mi color de pelo (unas veces más intenso que otras).
Sin embargo, si te das cuenta, ni en mi web de autora, ni en la de DWPE, esos son los colores predominantes. Porque no han definido toda mi vida, nunca.
Pero los que sí lo han hecho siempre (y siempre de forma inconsciente) han sido el turquesa y el rosa clarito.
Tanto, que fueron los colores que utilicé a la hora de decorar un poco el dormitorio de mi hija y lo hice sin darme cuenta.
Pero ¿ves más o menos el camino que estoy tomando? Además, teniendo en cuenta lo que escribo y a lo que me dedico, el negro y el rojo son colores muy agresivos para mi forma de comunicarme y eso también lo tuve en cuenta.
Ahora vamos al lío. ¿Por qué he dicho antes que tu paleta debería de tener entre 3 y 5 colores como máximo?
Verás, los colores que necesitas son los siguientes: uno principal, un secundario, uno de énfasis (el de contraste), uno para fondos y el color del cuerpo de texto.
No necesitas más.
Si te decantas por una paleta de 3 colores, te basta con tener: el color principal, el de énfasis y el del cuerpo de texto.
A ambas opciones se le añadiría el blanco como color extra, pero que no se contabiliza.
¿Ves? No necesitas tantos colores como creías necesitar. Pero, bueno, a lo mejor, todavía te quedan dudas de que no sean suficientes. En ese caso, te dejo con el siguiente punto: poner a prueba la paleta elegida.
Me repito más que el ajo, pero, una vez que hayas elegido la paleta definitiva: ¡ponla a prueba!
Todo lo que represente una elección que vaya a representar tu marca o sea algo que estará abierto al público, ponlo a prueba antes de tomar la decisión final.
En este caso me refiero a que, por ejemplo, crees una serie de publicaciones para tus RRSS y que luego las encajes en el feed. Si por ejemplo las creas para Instagram, crea 6 diseños como mínimo (en este caso no te des tanta caña con el diseño en sí, lo que quieres es saber si los colores funcionan) y colócalos como si fuera tu feed.
Deja reposar lo que has creado un día o dos y vuelve a mirarlo. Al poner perspectiva te darás cuenta de si lo que has trabajado funciona o no.
¿Funciona? ¡Felicidades! Ahora puedes seguir trabajando otras partes de tu identidad visual, como el logotipo.
¿No funciona? Regresa un par de pasos atrás y sigue buscando la combinación perfecta.
No tengas miedo ni pereza de repetir este proceso las veces que sean necesarias porque esta decisión debería de acompañarte durante mucho tiempo. Una identidad visual no está creada para que te acompañe dos o tres meses, sino una friolera de unos 5 a 10 años, aproximadamente, antes de pensar en crear un rediseño (aunque, por supuesto, cada caso es un mundo).
¿Necesitas una ayudita extra para encontrar colores que te gusten? Échale un vistazo a todo lo que puedes encontrar en Adobe Color.
Como ves, crear una paleta de colores no es solo elegir una gama de colores bonitos que te gusten ahora y utilizarlos hasta que te aburras de verlos. Ha de ser algo pensado y hecho con cabeza y creado como si fuera una parte de tu persona.
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